Hasta ayer todo era luz y mi vida maravillosa. Tenía todo lo que una chica de mi edad podía desear: amigos, familia, estudios, futuro,… Disfrutaba de la vida profundamente, apreciando cada día, cada gesto, cada mirada, cada silencio. Acostumbraba a ir al cine, a pasear en soledad, a mirar por la ventana, a sonreír. Pero lo que más me llenaba era dibujar, me fascinaba el arte, el hecho de observar una imagen bella y plasmarla a mi manera en una lámina, era hermoso. Cada día significaba mucho para mí a pesar de su fugacidad, ya que transcurría con tanta celeridad que llegaba a preguntarme si realmente estaba viviendo, disfrutando, aprendiendo, siendo.
Le otorgaba gran relevancia a los detalles que para mi eran fundamentales a la hora de apreciar la vida; un amanecer, una sonrisa sincera, una mirada, una lágrima pura, un beso,…Estoy orgullosa de haberle dado tanta importancia a las cosas que hoy parece que no la merezcan, porque muy poca gente sabe apreciar un gesto educado, una ayuda desinteresada o un buen consejo. Quizás por su escasez, tal vez por su desvalorización, no sé…Sólo sé que yo tuve la oportunidad de darme cuenta a tiempo de esas pequeñas cosas que te hacen cada día más grande y he aprendido que no se debe dejar pasar el tiempo sin decirle a una persona que la quieres, que lo sientes o que la perdonas.
Lo único de lo que me arrepiento es de no haber podido contribuir más a entender a mis amigos, ayudarles, animarles y no haber agradecido lo suficiente la preocupación de mis padres esos días cuando llegaba tarde, en definitiva, no haber hecho más de lo que hice, porque siempre se puede hacer más, mejorar y solucionar nuestras diferencias. Pero no me arrepiento de haber abrazado cada día a mi madre y decirle que la quería, así como de haber aprovechado cada segundo del día para hacer lo que realmente me gustaba. Ni tampoco de haber pasado vergüenza al dedicar una canción a mi amiga porque lo merecía,… es decir, no me arrepiento de haber vivido mi vida siguiendo mis ideales, siempre que estos hayan respetado a los demás y a mí misma.
Pero ahora toda mi vida ha dado un giro y hoy empiezo una nueva cuenta atrás, mi camino ha cambiado, hoy ya no puedo ser la misma, ya no puedo disfrutar de las miradas ni las sonrisas, de los libros ni los amaneceres. Ahora debo conformarme con oler la ropa, con tocar la lámina, con escuchar la película, con imaginarme el sol. Pero si algo permanece en mi, es el recuerdo, el recuerdo de aquellas imágenes bellas que guardaba día a día en mi memoria, de esas caras conocidas, de esos dibujos rápidos, de esa mano amiga. En mí continúan los mismos ideales, los mismos objetivos, la misma fuerza con la que un día me desperté y me ayudó a conseguir lo que soy y lo que siento; continuo rodeada de la gente que me quiere y eso me basta.
Ahora mi vida, no es mucho más difícil ni más fácil de lo que lo era antes, simplemente es diferente porque deberé aprender a vivir sin mi preciada vista, la que tantas veces me mostró lo bueno y lo malo del mundo, la que vio más de cerca mis lágrimas y la que me mostró mi cara en el espejo por última vez.
V.