
Soledad, oscura soledad.
Desde mi cueva observo el mar.
Ese mar de verdes hojas,
inundando la tierra sin más.
Amanece, anochece,
incesante ciclo vital.
Lloro de amor, de dicha, de pena,
puro instinto animal.
Una vida de mentira,
nunca nada fue verdad.
Alma errante me volví
para descubrir la realidad.
La luna se hizo mi amiga,
el sol ya se puede ocultar.
Tras tantas pesadillas,
ya no temo la soledad.
Vastos senderos recorrí,
para recordar cómo volar.
Entre sueños y entre mundos,
aprendí a explorar.
Y ahora en mi final,
observando el viaje fugaz,
cierro los ojos y comprendo…
Que este instante fue mi paz.
V.